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Revista Contable nº 63
Revista Contable nº 63
En enero de 2014 vio la luz un estudio publicado en The Economist: The Future of Jobs, del que Bill Gates se hizo eco en una conferencia celebrada en el American Enterprise Institute en Washington en marzo de 2014 manifestando que: “… muchos trabajos desaparecerán en 20 años y serán remplazados por tecnología. Los robots nos van a quitar muchos trabajos”. En la lista de las profesiones con más posibilidades de desaparecer, la de contable aparecía en segundo lugar.
Los profesionales de la contabilidad nos resistimos y no aceptamos esta tesis apocalíptica, fundamentados en la complejidad normativa e interpretativa de este sector superespecializado. Pero somos conscientes de la transformación digital que se está operando en muchos campos y, como no, en el de la automatización y mecanización de la contabilidad. Vivimos en una época en la que el cambio es constante, el antiguo contable amanuense que todos los ejercicios escribía en el libro diario dio paso, en las últimas décadas del siglo pasado, con la implantación de la informática, a otra forma de “redactar” los asientos contables.
La AECE, tratando de anticiparnos al futuro de la profesión de contable y con referencia en el marco internacional, creamos en enero de 2016 el Registro y Acreditación de “Experto Contable Acreditado AECE”. Con esta fi gura conseguimos un doble objetivo: la autorregulación desde el derecho privado de la profesión y la metamorfosis del contable al experto contable, mediante una redefinición de las actividades y tareas reservadas al experto contable acreditado.
Recordemos que el tejido empresarial español está predominado por microempresas, que constituyen más del 99% entre pymes y micropymes y que están obligadas a mostrar anualmente su situación real económico-financiera a través de las cuentas anuales, pero que no están obligadas a auditarse. La figura del experto contable, profesional que ha superado una acreditación que lo dota de una alta cualificación, puede garantizar la imagen fi el de las cuentas anuales, otorgando mayor seguridad y garantía a la información en beneficio de los Stakeholders, ese término inglés popularizado por Edward Freeman en su obra: Strategic Management que recoge a todos los actores sociales que intervienen en las empresas, no solo a quienes mantienen relaciones contractuales de cualquier naturaleza con ellas, como proveedores, clientes, entidades financieras, Administraciones, etc. pero también en su círculo interno, como puedan ser los propios socios y trabajadores.
Todos sabemos que la acción física o el tiempo que invertimos en pasar la contabilidad no es lo más valioso de nuestro trabajo, ni por supuesto, es suficientemente reconocido por nuestros clientes. Transformarse y adaptarse al cambio que supondrá el fin de “picar asientos” tal y como se ha venido oficiando, tiene otras ventajas, la implantación de herramientas de contabilidad automática, introduce el factor velocidad de procesamiento, permite tener a nuestra disposición y a la de nuestros clientes la información contable necesaria para que redactemos los informes preceptivos a la hora de acceder a la financiación, solicitar ayudas públicas, incentivos o –deducciones y desgravaciones– fiscales, a la interpretación de los resultados contables y su traslación a las distintas figuras impositivas de obligado cumplimiento y, por supuesto, analizar los ratios para medir la calidad de gestión así como la posibilidad de planificación en la empresa, mejorando su capacidad productiva.
Prestigiar la profesión, que se nos valore en su justa medida, es trabajo de todos. Mi visión personal del futuro, influenciada por más de 30 años de ejercicio de la profesión de contable y asesor fiscal es: valorar más la aplicación práctica del conocimiento adquirido mediante años de estudio y experiencia. El cliente debe ir asumiendo que una profesión que exige un reciclaje continuo, debido a los numerosos cambios legislativos que se producen en materia fiscal y contable, debe reflejar en sus honorarios la justa compensación al esfuerzo, que se trasformará, en definitiva, en mayor valor para la empresa.
Venzamos la resistencia al cambio, aceptemos que la transformación digital ha llegado para quedarse, adaptémonos y, cuanto menos, aspiremos a reflejar en nuestros honorarios aquel dicho: No cobro por lo que hago, cobro por lo que sé.
Juan Carlos Berrocal Rangel
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